‘Death Proof’, Tarantino puro y duro

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Hay esencias, hay costumbres y hay talentos que a uno le pueden atrapar o más bien no. Con esas dos obras maestras tituladas Pulp Fiction y Reservoir Dogs, Quentin Tarantino dejó marcado un sello que se desvaneció a través de los siguientes años. Sin embargo, había costumbres personales que no las olvidó, aunque esa esencia pura y dura de sus dos primeros trabajos ya no se palpaba tanto. Perdió de manera racional su inicial identidad. Ahora, gracias al proyecto de amiguetes Grindhouse, ha tenido la oportunidad (o la inteligencia) de volver a sus inicios, creando una historia propia, una brutalidad sellada en cada uno de sus fotogramas por la inconfundible identidad del mismísimo director. Y es que a mi, como anunciaba en la primera frase, este tío me sorprende, me atrapa, y por eso Death Proof me parece una brillante bestieza del cine tarantiniano. Si las dos Kill Bill eran un mero ejercicio (que no malo) sobre las artes marciales y ya de paso sobre la venganza más oriental, su nuevo trabajo es un realista retrato de dos grupos de chicas y de paso una visión menos humana, pero más masculina, de un hombre obsesionado con ellas. Y es que su cine es un cine de diálogo, aparentemente vacío, con profundidad quasi nula, pero siempre con esa metafórica pregunta que viene escondida detrás de ya sean coches, mujeres atractivas o pistolas: ¿en qué mundo estamos viviendo? A simple vista esta questión que formulo puede parecer un tanto sencilla, inclusio demasiado global. Pero centrándonos y analizando este trasfondo moral, podemos ver que en Death Proof la vida quotidiana de estas ocho chicas está tratada con una sensibilidad (no ordinaria sino realista) que después se ve trastocada por el actual mundo de los enfermos, de los maníacos obsesivos que mucho abundan en este no tan sano planeta en el que vivimos. La metáfora, pues, está en esos dos mundos extremadamente opuestos (que llegan a tocarse únicmanete por ser desfasados), el del grupo femenino, alocado y con ese carpe diem a toda hora, y el de ese asesino masculino, bruto y directo, sin apenas corazón y demasiada inteligencia fría. Y es que lo más probable es que penséis que esto es una chorrada, una exageración a todo gas (nunca mejor dicho). Pero chicos, si se ve un film, siempre que sea de uno como Quentin, por supuesto, no se puede ir con la intención, por muy aparentemente sencillo y tonto que parezca, de que esto es una simple y divertida chorrada. Hay que ver, pararse y razonar.  Y si seguís pensando que lo que digo es inútil, que este entretenimiento es mucho más que un simple entretenimiento, es que no os gusta el cine de Quentin Tarantino. ¿Por qué sólo pensar que Death Proof es un simple homenaje a esas películas de serie B donde los coches y las chicas abundaban a raudales? ¿Por qué no detenerse y pensar que quizás es algo más? Sin duda, yo, y quizás sólo yo, calificaría a este film como un trabajo intenso y muy, muy trabajado, hecho exclusivamente para el propio director y para unos pocos fans (no sé yo, pero obligatoriamente me incluyo en ellos) que ven su cine como algo más que un simple disparate realizado para reírse (llorar de risa), divertirse y salir del cine diciendo «¡Qué pasada!». 

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Y es que en esta sangrienta y profunda diversión acerca de la amistad, se pueden encontrar numerosos guiños al cine tarantiniano (sus propias manías, digamos), ya sea el tono del móbil de Rosario Dawnson haciendo referencia a los ya míticos silbidos de Kill Bill, los primeros planos de plantas de pies femeninos, la corta secuencia convertida en blanco y negro (eso sí, no tiene sentido cuál sea su intención) o las ya muy habituales conversaciones de grupos de amigos en un bar (aún recuerdo esa impecable primera secuencia de Reservoir Dogs, con un diálogo extenso simplemente perfecto). Aquí el guión está escrito también por Tarantino, y se puede notar que, pese a parecer muy sencillo su plan inicial (psicópata persigue a un grupo de impresionantes chicas jóvenes), dentro de él se puede extraer mucho, mucho jugo. Y es ahí donde juegan los diálogos, que prácticamente ocupan la mitad del largometraje. En la primera historia, más oscura (de ahí situarla de noche), las conversaciones entre el grupo de chicas (y algún que otro chico) son increíblemente realistas, quotidianas, aunque a veces un tanto falsas y desproporcionadas, se nota ese punto serio, y por lo tanto oscuro, ese temor a que algo ocurra que (él) nos las mantiene más tensas (y por lo tanto al público) de que algo ocurra, de que el malvado Stuntman Mike las destroze a pedazos antes o después que a la preciosa rubia que se le presenta en la barra (memorable el diálogo con ella, por cierto). También se empieza a presenciar ese aire cómico (quizás con un humor más irónico, no tan negro) que poco a poco te va manteniendo más en tensión. Y en la cumbre del primer capítulo, es cuando Tarantino enciende el motor y nos deja a todos paralizados, con un choque frontal (¡lo digo literalmente!) absolutamente brutal, con una secuencia montada impecablemente y repetida cuatro veces desde ángulos distintos. Entonces aprovecha para rellenar ese hueco entre las dos historias con una no menos chispeante conversación entre dos policías de Texas (padre e hijo) donde lo que más destaca es el plano secuencia más que la absurdidad del contenido (aunque te ríes igualmente). Después viene la segunda (o tercera, si queréis) parte de Death Proof, donde se muestra ese cambio radical respecto a los personajes. Aquí, ya más claro el asunto, nuestro protagonista vuelve a las andanzas y pretende perseguir a otro grupito de llamativas funny girls. Es entonces cuando, de manera muy inteligente, el director nos aproxima a la vida de esas cuatro chicas tan distintas pero que tan bien nos caen (¡y qué locas están!). Aquí ellas son las obsesas y, él, en un principio con ánimos pero luego derrotado, es la víctima. Personalmente, me atrae más esta segunda historia, pues ya que con ese comienzo en blanco y negro, la escena del supermercado, el consiguiente diálogo en el bar (absolutamente delicioso), la aparición de la talentosa y excelente Zöe Bell, la compra del coche y la deslumbrante y perfecta persecución (con taconazo final incluído), uno no se puede quedar apenas con palabras. Si la primera parte era una brutal y sin duda también excelente y llamativa intrucción, en la segunda se opta por incrementar esa locura (en ambos bandos, sexualmente hablando) y hacernos creer que lo que estamos viendo es una película, pura y dura, de Quentin Tarantino. Reconocer que también se llevan la palma las ocho que sin duda están en estado de gracia y un Kurt Russell divertidísimo y no menos alocado, con frases tan espléndidas como las que suelta en el primer bar. Y no olvidar tampoco todos los temas musicales, destacando la ya inolvidable Down in Mexico de The Coasters.
Creo que Death Proof, más que un homenaje y el episodio final de esta Grindhouse, es el atrevimiento de Tarantino por volver a hacer lo que más le gusta, por expulsar esa esencia tan personal y ya de paso hacer una breve aparición no menos memorable. Sí, se nota la implicación junto a Planet Terror por imitar a las series B o como se llamen (sin duda, el diseño de producción y el montaje son excelentes, con esos cambios de tono y las ralladas en la pantalla hechas a propósito), pero opino (o al menos puedo presenciar) que este tío se ha ido, también, hacia su propio camino, y eso me parece fenomenal. Y es que nadie se ha de olvidar que estamos ante una película de Quentin Tarantino, y eso se puede notar hasta con los ojos cerrados. No es su mejor film, pero sí es auténticamente personal, y eso es lo que verdaderamente importa.

Lo mejor ese sello que ha dejado firmado Tarantino en cada plano, una Zöe Bell en estado de gracia y todos los diálogos.
Lo peor que haya gente que la vea como una simple gamberrada.
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5 Respuestas a “‘Death Proof’, Tarantino puro y duro

  1. Hola!

    Como ves he vuelto, te comento que ahora me dedicaré a un blog de «Sesiones Dobles» dónde cada tres meses propondremos ver dos películas de un mismo director, igual que se hizo en su día con Wong-Kar Wai, me gustaría contar contigo. Sólo dejame un mensaje en el blog nuevo que he abierto sesionesdobles.blogspot.com.

    Muchas gracias!

  2. El problema de Tarantino es que resulta absolutamente inofensivo. Es un bluff, una estética vacía, un paquete de frases citables en un bar, chascarrillos, música bien elegida, un poco de humor negro y ramalazos de chulería (que eso siempre gusta mucho a la afición). Vamos, un posmoderno.

    Pero al final es inofensivo. La prueba es que en cuanto lo acercas a cualquiera que haya tenido algo mínimamente interesante que decir en el cine, se cae con todo el equipo.

  3. Jazzman, cuenta conmigo!
    En tu blog no te puedo comentar, no soy de Blogger.

    Un saludo!

  4. En esta ocasión, Tarantino logra un trabajo muy entretenido, lleno de espectacularidad, intriga, tensión bien medida, jocoso humor y algo de terror.
    Para conseguirlo ha dirigido maravillosamente a un grupo de, sobre todo, excelentes actrices jóvenes, algunas de ellas con experiencia tan solo anteriormente como especialista. En este sentido es todo un descubrimiento Zöe Bell que, por ejemplo, había sido la doble de Uma Thurman en «Kill Bill».

  5. tarantino simplemente un capo!!

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