Crítica de ‘Moneyball: rompiendo las reglas’: el triunfo sereno

Moneyball parte de una idea potente, jugosa, interdisciplinaria y llena de matices. Una idea que se construye sobre un interesante personaje, muy introspectivo, y magistralmente interpretado por una superestrella como Brad Pitt. Esta es una película que, pese a su apariencia convencional y académica,  va mucho más allá, y explora, a través de esa base, algunos temas candentes y no precisamente fáciles de mostrar en pantalla. Sin duda, el sello del co-guionista Aaron Sorkin está en cada diálogo y situación del film, pero sobretodo lo encontramos en la esencia de esa idea, en esa confrontación entre la frialdad de la técnica y la imperfección más humana e instintiva. Y, afortunadamente, este loable y potentísimo guión hace que la televisiva puesta en escena de Miller –lo menos destacable del conjunto- quede en segundo plano.

Lo realmente interesante de Moneyball, lo que la diferencia de todas las otras películas del género deportivo, es cómo se sirve de éste como excusa, cómo a través de algo tratado hasta la saciedad en Hollywood como el triunfo y la superación (¡y el beisbol!) se adaptan a terrenos más incómodos y ambiguos: el del componente humano y misterioso que desprende la estadística, el de la confrontación entre ésta y la intuición, el de la ambición por el triunfo personal (camuflado en el profesional), o el del riesgo de cambiar lo establecido. Sí, puede que también parezcan asuntos ya vistos muchas veces, pero el hecho de que sean interdisciplinares, ya hace de esta una película llena de sabiduría y atrevimiento.

Igual que La red social, el film de Miller habla de hombres solitarios que viven sus triunfos y desgracias serenamente, por dentro, sin celebraciones ni espectáculos. Personajes inicialmente corrientes que ansían de éxito; pero de un éxito bien relativo: en el caso que nos ocupa, Billy Bane cambia las reglas del juego para auto-realizarse, para encontrar el camino a su desorden interior. El béisbol, como Facebook, queda en segundo plano. Lástima que esta vez Bennett Miller no haya sido Fincher.

Valoración: 8

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