Cuando hoy en día se habla de la filmografía de Woody Allen, todos tendimos automáticamente a separar sus etapas anteriores de su trayectoria reciente. Nadie negará que el cineasta neoyorkino ha subido desde hace varios años en una montaña rusa que, además de frenética e imparable, también es sumamente irregular. Resulta curioso a estas alturas no saber si su próxima película será mediocre –nadie se atreve a decir mala-, correcta o buena. De vez en cuando pasa, como en Match Point o Midnight in Paris, que su talento queda más que latente y todos decimos que ese “es el Woody Allen de antes, el de siempre”.
La recepción de su último trabajo, Blue Jasmine, ha sido igual de satisfactoria, tanto de la crítica como del público: la inmensa mayoría concuerda en que se trata de uno de sus mejores filmes hasta la fecha. Pues permítanme que discrepe un poco: a pesar de unos diálogos y una construcción de personajes realmente potentes –pero nada sorprendentes en Allen-, creo sinceramente que el tema que nos explica la película no nos viene de nuevo. El caso es que ni tan solo la forma en que lo cuenta es atractiva.
La razón de ser de esta tragedia contemporánea es única y exclusivamente la existencia de su protagonista, Jasmine. Todas las situaciones en las que se ve metida, todos sus temores e incluso su pasado –mostrado a través de unos flashbacks innecesarios, demasiado explícitos- no hacen más que reiterar lo que todos sabemos desde el primer momento. Blue Jasmine hubiese funcionado mejor como un cortometraje o, incluso, como una serie de entretenimiento para la MTV. Sin embargo, la ocurrencia en según qué escenas y, por supuesto, las dos grandes interpretaciones de Cate Blanchett y Sally Hawkins permiten que el film adquiera una calidad algo superior.
Pero sigo creyendo que, además de sobrevalorado, éste es un film que explora de forma convencional, a través de un personaje-prototipo bastante previsible, una historia muy poco fascinante. ¿Qué hay de las metáforas de Match Point? ¿Dónde están los viajes al pasado y los toques de surrealismo presentes en Midnght in Paris? Aquí todo es crudo; y eso no es malo, pues lo que retrata también lo es. El problema es que, tratándose de Allen, hay según qué recursos argumentales y momentos que no me hacen pensar que estamos ante una de sus mejores y más inteligentes películas, sino ante otra obra acomodada en lo fácil.
Valoración: 5,5 sobre 10